Las Islas Canarias albergan una apreciable diversidad de especies de abejas y, entre ellas, es destacable la Abeja Negra Canaria, una especie con un gran valor genético. Desde hace miles de años, esta especie ha estado presente en las Islas, desarrollando variantes endémicas con una excelente adaptación a las condiciones bioclimáticas del Archipiélago y un inmejorable aprovechamiento de las floraciones.
La Abeja Negra Canaria, es una especie apícola rústica muy valiosa, ya que es muy mansa, tiene un bajo consumo de reservas y un comportamiento higiénico, que repercute en la menor incidencia de enfermedades. La progresiva introducción de especies foráneas ha debilitado enormemente esta raza autónoma, introduciendo nuevas patologías como la varroasis. La llegada de predadores como la avispa lobo y la chaqueta amarilla introducidas recientemente, también causan un gran daño a la cabaña apícola por lo que, desde hace años, se ha iniciado un plan de recuperación, conservación y selección para proteger este tesoro genético.
La polinización es un servicio ecosistémico fundamental a nivel ambiental, económico y social. Como dato importante, según la FAO el 70 % de nuestra alimentación depende de polinizadores como las abejas (solitarias y sociales). La defensa de especies locales como la Abeja Negra Canaria, versus a especies foráneas, pasa, entre otros aspectos, por el reconocimiento a nivel institucional de esta raza, la dotación económica y material para su investigación, la disposición de suelos para asentamientos trashumantes y el mantenimiento de zonas libres de herbicidas y pesticidas, como nos señala el apicultor y defensor de esta especie, Diego Calcines.
Asesoramiento de polinizadores: Néstor López y Diego Calcines