Los lenguajes tienen poder. El poder no solo de representar la realidad, sino de crearla. Para muchos, los lenguajes construirán mundos radicalmente violentos e inhabitables, para otros, reinos de privilegios. Pero además de construir un mundo eminentemente injusto, los lenguajes también tienen la capacidad de hacer esta violencia invisible, volviéndola innombrable, ininteligible, inapreciable.
Musée Déjà vu parte de la observación de una injusticia moral y estética ejercida a través de las representaciones artísticas de la violencia sexual contra la mujer desde la Antigüedad, así como de la constatación de que muchos de estos imaginarios aún se perpetúan en la actualidad. Por ejemplo, hoy en día sigue siendo necesario demostrar en la mayoría de procesos judiciales que la víctima de violación ejerció una defensa feroz contra su agresor, cuando, por definición, una violación se define por el no consentimiento de la víctima, fuera cual fuese su grado de resistencia física al ataque. Esta exigencia está relacionada directamente con una imagen de la mujer forjada a lo largo de los siglos que la representa como un territorio de batalla violento que hay que conquistar.
Ejemplos de esta imaginería los podemos ver en la multitud de escenas de secuestros, violaciones, guerras y abusos que habitan nuestros museos. Sin embargo, enmarcadas por el contexto de legitimidad que les aporta la institución museística, estas imágenes se nos aparecen bajo un aura fría, como ajenas realidades de otros tiempos. ¿En qué medida estas representaciones siguen hablándonos de quiénes somos en la actualidad? ¿Qué comportamientos y creencias continúan repitiéndose a pesar de los más de cuatro siglos de distancia? Con estas preguntas en mente, Musée Déjà vu propone al espectador un recorrido genealógico por las narrativas que han modelado la experiencia de la sexualidad femenina desde el Renacimiento al siglo XXI.
*Música compuesta especialmente para esta obra por Manuel David Páez